lunes, 10 de enero de 2011

Los errores históricos del Evangelio de la Noche Buena, tomado de san Lucas

Los errores históricos del Evangelio de la Noche Buena, tomado de san Lucas
Pbro. Lic. Ricardo Aguilar Hernández

Es hermoso el texto donde san Lucas nos habla del famoso edicto del Emperador César Agustusto donde mandó hacer un censo imperial, lo cual fue, según el evangelio de san Lucas, el pretexto histíórico que permitió que Jesús naciera en Belén de Judá. Pero.... ¿es eso cierto?

En este artículo presentamos las dificultades históricas de dicho relato y la solución que se le da desde el enfoque de una Teología Bíblica.


1. Dificultades del texto
Lc 2,1-14

Sobre la datación que da Lucas.


Publio Sulpicio Quirino fue un miembro del senado de Roma y cónsul. Tras la destitución de Arquelao, hijo de Herodes I el Grande, en Judea, Quirino llegó a Siria, enviado por el Emperador César Augusto, para hacer un censo de los bienes con vistas a establecer el impuesto regional para Roma. Con él fue enviado Coponio, para gobernar a los judíos. Como Judea había sido anexionada a Siria, Quirino la incluyó el gran censo regional. Pero tal censo no tocó a Galilea, sino solamente las provincias de Judea y Siria y no requirió el traslado masivo de gente, sino solo de los que hicieron el censo. Estos datos sí están registrados en una lápida que se conserva en Israel y Josefo la menciona.

El gran censo regional tuvo lugar 37 años después de que Octavio derrotó a Antonio en la batalla naval de Accio. El día 2 de septiembre del año 6 de nuestra era, (según Flavio Josefo) Quirino ordenó hacer el censo en toda Siria. Puede ser que este censo sea el mencionado en el Evangelio de Lucas (Lc 2,2) como previo al nacimiento de Jesús, pero el Evangelio de Mateo afirma que Jesús nació durante el reinado de Herodes el Grande (Mt 2,1). Lo cierto es que Herodes el Grande murió 10 años antes de la realización del censo de Quirino, así que ahí ya se complicó todo si deseamos confirmar los datos históricos que ofrece san Lucas.

El historiador judío Flavio Josefo (Ant. XVIII 1), afirma que el censo regional de Quirino pareció suscitar una revuelta armada de los judíos, dirigida por Sadoc y Judas el Galileo, natural de Gamala.

Algunos autores quieren creer que Quirino pudo haber estado ya antes en Siria, hacia el año 6 a. C., gobernando conjuntamente con Saturnino o con Quintilio Varo, y así pretenden armonizar la Historia con el relato de Lucas, pero no hay pruebas de ello.

El Censo, ¿“Universal”?


Tras ver los datos anteriores, tal parece que el emperador César Augusto nunca mandó hacer un censo universal. De haberlo hecho, ello hubiera implicado el traslado de millones de habitantes por todas las regiones del Imperio, lo que hubiera ocasionado un caos económico y comercial, tan solo para dar alimento y alojamiento a tanta gente. Por otro lado, los eventos de carácter global en el Imperio eran siempre registrados en lápidas y monumentos romanos. No existe en ninguna parte de lo que fue el Imperio Romano una sola lápida, inscripción y ni siquiera un escrito en papel que certifique que el Emperador César Augusto haya mandado hacer un censo de esas dimensiones.

1. Solución desde la Teología Bíblica ¿Cómo explicar esto?


Hemos de reconocer que los relatos bíblicos sobre el nacimiento de Jesús no fueron escritos para darnos coordenadas históricas precisas, como parece pretender san Lucas al inicio de su Evangelio (1,1-4), ni para enseñar historia. Los datos históricos lucanos son muy imprecisos. Los relatos sobre el nacimiento e infancia de Jesús, tanto en Lucas como en Mateo, fueron modificando datos históricos para sostener enunciados teológicos de los evangelistas como este: “Si Jesús era el Mesías, descendiente de David, debió haber nacido donde nació David, es decir, en Belén”. Por tanto, había que crear un relato justificante. Esta hipótesis es muy probable, pues para Marcos y Juan, todo parece indicar que Jesús era originario de Nazaret. En cambio, para Mateo, José y María ya vivían en Belén desde antes del nacimiento de Jesús (Mt 2), mientras que para Lucas, José y María vivían en Nazaret y, por el edicto imperial, tuvieron que trasladarse a Belén.


La verdad bíblica no reside en su historicidad, la cual nunca es comprobable al 100%, sino que reside en su capacidad de brindar un camino seguro de salvación. Por tanto, la verdad bíblica está orientada para nuestra salvación, aun siendo imposible de comprobar históricamente (Cfr. Dei Verbum 11).


El sentido del relato es lo que debe centrar nuestra atención, no su historicidad. Nunca se podrá probar si Jesús nació históricamente en Belén o en Nazaret, o si José y María vivían desde antes en Belén (Mt) o en Nazaret (Lc). Lo que importa es que Jesús era descendiente de David, por vía de José, y ello le merece ser reconocido como “Mesías, Hijo de David”. Las tradiciones más antiguas sobre el origen de Jesús coinciden unánimemente en que era conocido como “Hijo de David” y eso era más que suficiente para considerarle “Mesías de Israel”. Su lugar de nacimiento no fue tan importante para esas fuentes más antiguas del paleocristianismo. En Lc 1,69 dice Zacarías que “Dios ha suscitado un cuerno (una fuerza) de salvación en la Casa de David, su siervo”, según lo predicho desde antiguo por boca de los santos profetas. Sin embargo, la expresión “Bet-Dávid”, o sea, “Casa de David” es principalmente interpretada por el Antiguo Testamento como la “Dinastía de David”, no como su ciudad de origen: Belén.

En cuanto a los ángeles.


Para san Lucas, los ángeles son más que nada, expresiones de la acción de Dios en la historia. A san Lucas no le interesa crear un tratado de angelología en que confirme que los ángeles son “espíritus puros”, como afirmaban los griegos. Lo importante es que los ángeles se definen en virtud de las funciones que desarrollan. Aquí, en el nacimiento de Jesús, los ángeles llevan un mensaje (pues a;ggeloj en griego significa mensajero), acerca de la Gloria de Dios que se ha manifestado en el niño recién nacido. En ese bebé se ha hecho presente Dios como “El fiel a su Pueblo” y decidido a salvarlo, es decir, a asociarlo a su vida divina, en calidad de “familia”.

Conclusión:


El relato lucano que hemos escuchado debe ser interpretado desde el Espíritu en que fue escrito y no desde la sociología o la historiografía. Lo importante no es reducirnos ni al Jesús Histórico, ni al Cristo de la Fe, sino comprender la Identidad Narrativa de Jesús, que es la síntesis de las otras dos ideas (Tesis y Antítesis). El nacimiento de Jesús, en medio de precariedades, nos indica que Dios irrumpe en la historia del hombre, que lo hace en modo sencillo y humilde, sin trompetas ni platillos. Dios viene a nuestra vida en lo sencillo, en lo tierno, en un modo inesperado, pero sólo quien sabe atender los signos de Dios, podrá, con humildad, reconocer la presencia salvífica de Dios en la historia. El hombre es incapaz de ello por sí solo; siempre requiere de la guía sobrenatural de Dios, del anuncio dado desde lo alto (dimensión divina simbolizada por los ángeles) para enfocarse en lo revelado y adorar el Misterio, asumiendo compromisos a favor de la vida.

Bibliografía

Libros:


EHRMAN, Bart, D., Jesús, el profeta apocalíptico, Paidós, Buenos Aires, 2001.
GESCHÉ, Adolf, Jesucristo, Sígueme, Salamanca, 2002.
PENA, J.C., Jesús como historia, Ed. San Benito, Buenos Aires, 2005.
SANDERS, E.P., La figura histórica de Jesús, Verbo Divino, Estella, 2000.
MEIER, John P., Jesús, un judío marginal, Tomo I, Verbo Divino, Estella 2002.


Conferencia:

LOZA, José, “Las teofanías del Antiguo Testamento” en Actas do Congresso Internacional de Fátima: Fenomenologia e Teologia das aparicoes, Fátima 1998.

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