Autor: Lic. Ricardo Aguilar Hernández
Introducción
El autor de Qohélet ostenta el título de “maestro”, usa proverbios antiguos y añade otros propios. Tiene un tinte anticonformista. Varios comentaristas no comprendían que el autor criticaba a la sabiduría misma y por eso creían que había varios autores detrás. El autor reflexiona sobre la vida experimentada y luego medita sobre su reflexión. Que hable en primera persona es signo de su honestidad. El autor cuestiona incluso el valor de sus palabras pues se da cuenta de que a más palabras, más vanidad.
No es fácil dar con una estructura clara de todo el libro. Algunos comentaristas llegan a decir que es un diario de confesiones que parecen divagaciones temáticas no secuenciales. En el fragmento 9,13 - 10, 20 se presentan en modo antitético la sabiduría y el poder político. El autor da primacía a la sabiduría pero reconoce que si se utilizara en unión con la política se lograría una sociedad justa.
El problema de fondo es que en 9, 13-16 se ve que el hombre sabio es a su vez pobre. La población en general no toma en cuenta a los pobres (aunque sean sabios) y la mayoría de las veces los ricos y los gobernantes tampoco los consideran. De ahí se han derivado muchas calamidades en la historia del pueblo de Dios (Israel) y de toda la humanidad.
Exégesis de Qoh 9, 3-16
Al principio, el v. 13 introduce narrativamente el tema; lo hace el autor en primera persona: “También esto he visto bajo el sol: una sabiduría que me sobrepasa”. A continuación, comienza un cuentito (v. 14) agridulce pero ejemplar y que resulta difícil saber si tiene relación a un evento histórico o no. Lo que sí es claro es que un “gran rey” (título que típicamente se le daba en el Israel de ese tiempo a los reyes asirios y griegos[1]), rodeó la pequeña ciudad sitiándola y erigió contra ella grandes torres de asalto (se usa un lenguaje de “grandes redes” pero en sentido bélico). Se trata de una exageración pues no es necesaria tanta maquinaria militar para invadir una ciudad pequeña, pero el autor emplea esta hipérbole para enfatizar la actitud hostigante del ejército enemigo. Es de suponerse que se respiraba en la ciudad un aire de ansiedad ante una inminente invasión militar. Luego, en el texto masorético (Biblia Hebrea) no queda claro si en los vv.15-16 el hombre pobre y sabio salvó la ciudad y luego todos se olvidaron de él porque era pobre, o si podría haber salvado la ciudad pero nadie lo siguió por su pobreza. Entonces, ¿fue salvada la ciudad o no? No lo sabemos, pero podría deducirse que sí fue arrasada, ya que es el sentido que se deriva del v. 16.[2]
El autor se queja de que la gente sólo se fijaba en el poderío militar del gran rey y no en la sabiduría de aquel sabio por el hecho de que era pobre. Después, en el v. 16 aparece una reflexión del autor: “Y yo digo: Es mejor la sabiduría que la fuerza, pero la sabiduría del pobre es despreciada y sus palabras no son escuchadas”[3].
El narrador concluye que aunque la sabiduría es mayor, para los ciudadanos valió más la fuerza que la sabiduría. La denuncia de fondo es: La sabiduría del pobre es despreciada por el hecho de ser pobre. No debería ser así, pero ésta es la realidad.
Trasposición Cristiana
En los evangelios encuentro algunos pasajes que presentan ecos de la situación narrada en Qohélet 9,13-16: La vez que Jesús lloró ante Jerusalén (Lc 19,41-44; también ver Lc 13, 34-35; 21,20-24), la vez cuando Jesús fue confrontado por los nazarenos al darse cuenta de que era su paisano (Mc 6,2-3) y la ocasión en que Jesús fue rechazado como profeta por los fariseos pues sabían que era de Galilea, zona pobre tanto cultural como económicamente (Jn 7,52). De estos pasajes, me detengo solamente en Lc 19, 41-44.
En este pasaje lucano Jesús lloró por Jerusalén (éklausen ep' autén). Jesús se lamenta por Jerusalén elegida desde siempre para ser la Ciudad del Santo. Jesús se siente conmocionado no tanto por la ruina que le espera a la ciudad, sino por el hecho de ser la ciudad santa, la añorada por Dios en su obra de salvación, la ciudad conquistada con sangre, conservada tras decenas de guerras, la ciudad donde debería reinar la paz como plenitud de bienes, es ahora una ciudad envenenada, empecinada en rechazar la visita de Jesús.
En Jerusalén se encuentra el corazón de Israel, que concentra toda su historia, las promesas divinas, la esperanza mesiánica para el mundo. Esa ciudad se cerró a recibir el mensaje del Sabio Pobre de Nazaret, un mensaje de paz (shalom) que, de haberlo recibido, la hubiera salvado de la calamidad del año 70.
Las autoridades religiosas de Jerusalén cerraron sus oídos a las palabras sabias de Jesús pues no era más que un hijo de artesano de Galilea (Cfr. Jn 7,52). Para Jesús, la ciudad representa el rebaño que debe ser salvado. La prosperidad de un pueblo sólo viene del vivir según los criterios de Dios, en una actitud de alabanza y glorificación de Dios a través de obras de justicia, fraternidad y caridad. Sin embargo, en la actitud que tomó la ciudad ante la Palabra de Jesús, se juzgó a sí misma. Al negarse a recibir la visita del mensaje de paz de Jesús y de los apóstoles, ella se hundió y sucumbió ante la invasión de Tito y sus legiones romanas. Fue el fin de una era y jamás el Templo fue reconstruido.
NOTAS:
[1] Cfr. José Vílchez, Eclesiastés o Qohélet, Verbo Divino, Estella 1994, 368.
[2] La expresión u milát hú puede traducirse en modo potencial como “y él hubiera salvado” o “y él hubiera podido salvar” a la ciudad para que de un sentido más acorde al resto de la narración. Cfr. Francisco M. López, El desprecio al hombre pobre y sabio, Universidad Pontificia de México, México D.F., 2005, 140.
[3] Estoy de acuerdo con Francisco M. López que traduce w-amárti aní en presente: “Y yo digo” y el participio pasivo Qal vetzuyáh como “es despreciada” porque Qohélet quiere señalar el efecto perdurable de su constatación. Cfr. Francisco M. López., Op. Cit., 126.
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1 comentario:
¡Que tal! le felicito por breve pero util y significativo trabajo, espero que siga revisando os comentarios que aquí le dejan los que visitan su pagina, por otro lado veo con gran alegria que retoma el trabajo d un gran biblista mexicano el Dr. Francisco si no es mucho pedir me gustaría saber si usted puede concederme la posibilidad de tener el libro que ha citado en su trabajo.
Hasta pronto.
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